Escrito por Juan Carlos Sánchez-Marin
Publicado: (abril 2024) | Última modificación: (abril 2024).
9.00 am. Desde el baño, mientras me afeitaba, escuché en varias ocasiones el molesto zumbido de mi móvil recibiendo guasaps uno detrás de otro. Qué pesados son mis socios. Ya lo sé, ya. Hoy debemos terminar el prototipo para el concurso público y entregar antes de las 11, pero solo falta retocar una cosa. Cojo el móvil. No son mis socios, es mi marido recordándome que, tal y como quedamos, hoy la niña tenía la obra de teatro de final de curso. Y que me toca ir a mí. Él le hizo el vestido, mi suegro dirige la obra (desde que se jubiló hace de todo, aunque no tenga ni idea de nada).
Y la voz de Martita resonó en mi cabeza: “Tienes que venir, papá. ¿Me lo prometes?”
Está claro, no puedo fallar. Y entonces no sé cómo, mi flamante smartphone de última generación se cayó de mis manos e impactó de forma irreversible contra el duro suelo. Inservible. Todo tenía que pasar hoy: el día en el que mi empresa de instalación de placas solares se jugaba parte de su futuro. El día en el que me había dejado el portátil en el despacho porque no me acordaba de que hoy también era el día más importante de una niña de diez años. Cuántos días caben en un solo día.
Llegué a la sala de teatro infantil todo lo rápido que se puede ir en una ciudad donde la ley de Murphy es caprichosa. Ni un semáforo en verde. Junto a mí, apoyado en el asiento del copiloto, un móvil prehistórico con un sistema operativo Android desactualizado.
Una vez pude hablar con mis socios para tranquilizarles asegurando que acabaría el trabajo a tiempo (si es que uno puede asegurar algo que no es seguro) me acomodé en la primera fila de la platea (si es que uno puede acomodarse en un asiento de plástico con todas las leyes de la ergonomía incumplidas). Nos comunican que la función va a empezar con retraso. Lo dicho, ley de Murphy. No podía hacer otra cosa que esperar y trabajar. Y no sé si os lo he dicho, pero hoy necesito acabar el diseño de una pieza fundamental del proyecto más importante de mi vida.
Pero… ¿Cómo podía hacerlo con ese móvil? ¿La gestión de almacenamiento y la base de datos que necesitaba podría “moverse” en ese zapatófono que tenía entre las manos?
Recordé entonces, como si lo tuviera delante, al comercial de Beservices que me informó de las virtudes de la nube privada que tengo contratada: Becloud.
Voz solemne: “Con la creciente cantidad de información que se genera y almacena en línea, es esencial que las empresas puedan garantizar la disponibilidad y accesibilidad de sus datos”
Eso me dijo sin pestañear y muy seguro de sí mismo.
Los motivos y las necesidades del servicio cloud
Cuando contraté el servicio lo hice por la preocupación de la información confidencial y por la necesidad de acceder a las aplicaciones en cualquier momento y de forma segura. Era una necesidad real solucionar el problema y sustituir el tradicional centro de procesamiento de datos por una nube privada y dedicada. El número de usuarios de mis bases de datos estaban aumentando exponencialmente.
Aposté por las infraestructuras cloud para la gestión y almacenamiento de mis datos corporativos por varios motivos, como por ejemplo la flexibilidad que aporta la nube para adaptar la capacidad de almacenamiento a las necesidades cambiantes que estaban ocurriendo en mi empresa, la escalabilidad rápida y sencilla que permite aumentar o disminuir recursos, la accesibilidad global a los datos y aplicaciones o las mejoras de seguridad que aportan las infraestructuras cloud. Todo eso era demasiado costoso y difícil de mantener en un entorno físico.
¿Qué es Becloud?
El término Nube privada hace referencia al acceso a recursos de Cloud Computing por parte de una única organización.
Otra vez la voz solemne del comercial de Beservices retumbando en mi cabeza:
“Becloud es una solución de nube privada, ubicada en un centro de datos nacional de categoría TIER III+. Diseñada con la mejor tecnología del mercado, permite a las empresas acceder a un entorno totalmente dedicado, seguro y en alta disponibilidad para disponer de recursos propios de nube y hacer frente a las necesidades empresariales con solvencia.
Está diseñada para ofrecer a las empresas flexibilidad tanto en la configuración del entorno como en los servicios disponibles. Con diferentes niveles de gestión, se adapta a cualquier escenario que pueda necesitar una pyme: desde una solución totalmente gestionada por el equipo técnico de Beservices a la posibilidad de acceder a la infraestructura en modalidad IaaS y tener un control total del entorno desde un panel de gestión web”.
Becloud puesto a prueba
Vamos a ver si es verdad… Hasta ahora no había estado en una situación como esta. Tengo internet, sí. La amable coordinadora de sala me ha dado las claves wifi. Tengo un trabajo contrarreloj que debo solucionar con un móvil que tiene de “smart” lo que yo tengo ahora mismo de paciencia. Dios… que lento carga…. ¿De verdad la nube privada me va a sacar del atolladero? Y lo que es más preocupante… ¿Conseguiré hacerlo antes que mi hija salga a escena?
Continuará...